La Leyenda Continua........
En el verano del año 2000 la popularidad en los recitales hechos en Mercedes iba creciendo poco a poco, pero, como siempre sucede en los bares de Mercedes, los recitales se hacían en forma gratuita. Ellos se preparaban a pocas horas del show cuando elTata Pollero entró en el improvisado vestuario, con los ojos desorbitados gritando que afuera había una cuadra de cola para entrar, pero que la cola no era de uno en uno, sino que a la vez estaban todos amontonados. La banda, por un instante pensó que era una broma pero inmediatamente, conociendo al Tata, que sufre y festeja tanto o más que la banda misma, los éxitos y fracasos, supo que decía la verdad. A la media hora, un ya descompuesto Tata, entraba al vestuario, entre sollozos y sonrisas enormes, asegurando que ahora la cola era de dos cuadras. A partir de allí cosas inexplicables se sucedieron: Periodistas de la ciudad que nunca reparaban en las bandas, se hacían presentes en el vestuario, con sus cámaras de fotos y sus cámaras de televisión. Amigos o supuestos amigos preguntando por la banda e intentando entrar. Los dueños no sólo regalaban a la banda cervezas y gaseosas, sino que les alcanzaban cualquier cosa que pidieran. Regalos que algunos fanáticos habían preparado llegaban al lugar: banderas, cartas. Todo era inédito. Cuando la banda salió al escenario y las luces se apagaron, un griterío ensordecedor estalló en el lugar. Jano, quién comenzaba con las primeras notas de "No despiertes a los muertos II", en versión instrumental, buscó la mirada de Mandrini y la de Chori, éstos a su vez miraron las manos de Jano para saber cuándo comenzaría para luego entrar ellos: prácticamente no se escuchaba nada. Gustavo, que aun se encontraba al costado del escenario, escuchaba el griterío de la gente por sobre la música, que en los retornos salía muy débil. Nunca se había tocado con semejante griterío. El riff de "Payasos" comenzó y la gente estalló. Gustavo salió a escena y las luces del escenario y las que iluminan al público se encendieron, nadie de la banda podía creer lo que veía enfrente: un reguero de cabezas que no terminaba nunca coreando la primera estrofa de "Payasos". Esa noche el descontrol y la alegría, fue total. La gente cantaba todos los temas y el recital culminó con una versión de "La coplita margareña", con solamente percusión y cantada nada más que por las 2000 personas presentes en el lugar. La banda sólo se dedicó a llenar, a través de sus ojos, de felicidad el alma.

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